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Juan Pablo II - Consejo Británico para los cristianos y los judíos 16 noviembre 1990

ENCUENTRO DEL PAPA CON EL CONSEJO BRITÁNICO  

PARA LOS CRISTIANOS Y LOS JUDÍOS

Vaticano, 16 de noviembre 1990

 

Me complace dar la bienvenida al Vaticano a los miembros del Consejo Británico para los Cristianos y los Judíos; os recibo con una palabra llena de gozo, que encierra un significado profundo: ¡Shalom!.

 

La paz es, por encima de todo un don de Dios, la plenitud de la redención para la humanidad y para toda la creación. Esta paz, que hoy está seriamente amenazada, es al mismo tiempo algo que forma parte de la naturaleza racional y moral del hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios. En el orden humano, la paz exige e implica justicia y misericordia, y culmina en el amor a Dios y al prójimo, que representa la culminación de la enseñanza de la Ley y de los Profetas.

 

Jesús mismo afirma sobre esto: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mt 5,17). ¡El patrimonio espiritual que comparten los cristianos y el pueblo judío es realmente grande! (cf. Nostra Aetate nº 4). Por esta razón, durante el periodo que siguió al Concilio Vaticano II, la cooperación entre los cristianos y los judíos se hizo cada vez más intensa, y me siento muy satisfecho de que estos importantes contactos sigan adelante, como por ejemplo el reciente encuentro que tuvo lugar en Praga.

 

Durante el decimotercer encuentro del Comité Coordinador Internacional Católico-Judío se abordaron los temas del antisemitismo y de la Shoah, al tiempo que la cuestión más vasta de los derechos humanos. Se reconoció justamente que el antisemitismo y todas las formas de racismo son un “pecado contra Dios y la humanidad” y que como tales se deben rechazar y condenar... Aliento de todo corazón al Consejo Británico para los Cristianos y los Judíos a proseguir activamente la intensificación del diálogo amistoso, la comprensión fraterna y el intercambio de los valores espirituales...

 

Con vosotros y con todos los herederos de la fe de Abraham... elevo la oración del salmista: “Pedid la paz para Jerusalem”...

 

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